Mucha gente piensa continuamente en este irreversible
castigo. Pero no todos piensan igual. Por esta razón es un tema que, incluso en
la actualidad, conlleva debatir. Los aspectos religiosos también están
implicados, ya que desde la religión la vida está vista desde otro punto.
Al largo de la historia, la pena de muerte ha sufrido un
proceso de evolución, independientemente de las opiniones de la gente respecto
a si ha cambiado para bien o si, en cambio, ha sido para mal, la evolución
sigue existiendo. La iglesia la rechazó alrededor del siglo XI. En en el siglo XVIII se empezó a
imponer en algunos países.
En 1962 se condenó a pena de muerte a alguien por última
vez.
Así mismo, en España, la abolición de la
pena de muerte surgió en 1978, junto con la constitución. Aquí queda
demostrado:
El Artículo 15
de la Constitución establece:
"Todos
tienen derecho a la vida y a la integridad física y moral sin que, en ningún
caso, puedan ser sometidos a tortura ni a penas o tratos inhumanos o
degradantes. Queda
abolida la pena de muerte, salvo lo que puedan disponer las leyes penales
militares para tiempos de guerra."

En la actualidad, a pesar de que la Iglesia siga teniendo una importancia elevada en la vida de las personas, la secularización ha conllevado que las personas vivan ya una religión más privada, y por lo tanto, una relación directa con Dios. Esto conlleva que el juicio ético-moral, no lo pueden hacer las instituciones de la Iglesia, sino Dios.
Aunque por otra parte, la posición de la iglesia
no es del todo clara. Hay que apuntar, que hay una serie de valores cristianos
que justifican la abolición.
Existen diversas propuestas que pretenden mostrarnos la real
pena de muerte con finalidad de abrir una reflexión sobre el mantenimiento de
esta.
"La pena de muerte, que confunde abolición del delito
con abolición del delincuente, no
me parece compatible con ninguna consideración profunda de
los derechos fundamentales, el primero de los cuales es el derecho a la
vida." (Fernando Savater, El País).
"El fundamento moral sobre el que se ha de edificar la
sociedad es el de que el asesinato, no importa por parte de quién ni en qué
circunstancias, es intolerable. Y esto incluye al gobierno." (Helen
Prejean, “Pena de muerte”, Ediciones B, 1996).
Así como la esclavitud, la pena de muerte, claramente
irreversible, se puede también abolir en todo el mundo. Para conseguirlo hay
que sensibilizar e implicar a la gente joven.
Aunque mucha gente cree que el índice de delitos graves
disminuiría si se implantase la pena de muerte, se podría establecer la
siguiente pregunta: ¿Aumentaría la delincuencia si se aboliese la pena de
muerte? Individualmente podemos respondernos a esta pregunta, aunque solo con
utilizar la lógica, la mayor parte de la gente optaría por un sí. Claro, si ya
teniendo tal castigo hay gente que sigue
delinquiendo, con la abolición de tal condena, lo más normal es pensar que
aumentaría el número de delincuentes.
Essat A. Fattah descubrió que cada año cambiaba el número de
delitos, y el aumento de asesinatos era menor que el aumento de otros delitos.
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