domingo, 17 de abril de 2011

VIGILAR Y CASTIGAR


Partiendo del libro "Vigilar y Castigar"1, las prisiones son la manifestación del poder del hombre sobre el hombre, es decir, la puesta en escena del objetivo de los poderosos, la imposición de su verdad2. Con esto se alude a la multiplicidad de la verdad en la sociedad, atribuyendo al término general verdad, la característica de interpretación personal. No existe una verdad verdadera, simplemente existe la verdad que se impone, y es así como el poder establece su superioridad: manejando la verdad dando luminosidad a su interpretación y oscureciendo todas las demás.

Desde la niñez se impone una verdad destacada. Por ejemplo, la verdad sobre la que se asienta la enseñanza: la interpretación de la realidad que se imparte en los colegios es sólo una y excluye cualquier verdad que contradiga sus principios. En las calles pasa exactamente lo mismo, continuamente la sociedad se preocupa de rechazar
 todo lo que se aparte de la normalidad, todo lo que discuta una única verdad impuesta por los medios de comunicación, los prejuicios, el conservadorismo... 

 Las figuras de poder, en el transcurso de la historia, se han ido ocupando de excluir o librar a la sociedad de todas las personas contrarias a la normativa y como solución al problema surgen las prisiones, que excluyen a todas aquellas personas que no entran dentro de la normalidad o atacan a la justicia manifestando su ausencia. Inicialmente éste era su objetivo, apartar a los delincuentes para posteriormente proceder a su ejecución. 

   Con el transcurso de los siglos, la mentalidad de las personas ha cambiado y con ella la delincuencia, los  castigos, las leyes... En los siglos XVIII i XIX se reestructuró la política del sistema puntivo debido a una crisis económica de los castigos. Así Foucault en su libro describe este cambio como ‘el momento en que se percibe que era según la economía de poder, más eficaz y más rentable vigilar que castigar. Este momento corresponde a la formación, a la vez rápida y lenta, de un nuevo tipo de ejercicio del poder en el SXVIII y a comienzos del XIX'3. Este momento es la clave de la metamorfosis punitiva por la que se suprime el espectáculo punitivo para, de una manera más sutil, convertir a los condenados en nuevas personas. Se introduce poco a poco una nueva mecánica para imponer la justicia sobre aquellos que no la respetan. Dentro de la exhibición del castigo, una parte fundamental era la intervención del pueblo, todos debían ser testigos de la imposición de la fuerza por parte de las figuras principales de poder para así infundir el miedo y asegurar el temor a la delincuencia. Esta parte es hoy también fundamental aunque de una manera un tanto diferente, el pueblo se hace partícipe de los castigos de manera que cuando piensa en la cárcel siente que tiene cierto poder sobre los allí encerrados. Este sentimiento de superioridad guarda relación con la anonimia que ha ido adquiriendo el poder con el tiempo pasando de la individualidad de un príncipe, un señor o un rey a pertenecer a un campo mucho más amplio con un lugar reservado para el pueblo. 

 Con estos cambios, se fue incorporando nuevo personal extrajudicial, formado por psicólogos, médicos... con lo que se demuestra que poco a poco los infractores han ido adquiriendo nuevas fo
rmas de trato, más humanas y menos violentas. El modelo de centro penitenciario más antiguo comprendía ciertas características que ya no se conservan, así, las cárceles actuales están destinadas a hacer de los presos nuevas personas, juzgando "el alma" y no el delito únicamente. En los juicios se toma el testimonio de cierto personal ya nombrado, que rebaja la responsabilidad del juez y permite aportar información decisiva que anteriormente no se valoraba, pretendiendo así "curar" de maldad a los culpables. 
Señala seis principios sobre los que se asienta el nuevo poder de castigar:

-          Regla de la cantidad mínima: ‘Para que el castigo produzca el efecto que se debe esperar de él basta que el daño que causa exceda el beneficio que el culpable ha obtenido del crimen’.
-          Regla de la idealidad suficiente. ‘el castigo no tiene que emplear el cuerpo, sino la representación’ ya que el recuerdo del dolor debe evitar que vuelva a delinquir.
-          Regla de los efectos colaterales: la pena debe incidir no sólo en el delincuente sino también y sobre todo en las demás personas con el objetivo de evitar su deseo de realizar un delito.
-          Regla de la certidumbre absoluta‘Es preciso que a la idea de cada delito y de las ventajas que de él se esperan, vaya asociada la idea de un castigo determinado con los inconvenientes precisos que de él resultan’. Para esto es necesario que las leyes y las penas sean claras y conocidas por todas las personas, que representen “el monumento estable del pacto social". También es necesario ser más vigilante, ‘el aparato de justicia debe ir unido a un órgano de vigilancia que le esté directamente coordinado, y que permita o bien impedir los delitos o bien, de haber sido conocidos,  detener a sus autores; policía y justicia deben marchar juntas como las dos acciones complementarias de un mismo proceso, garantizando la policía “la acción de la sociedad sobre cada individuo”, y la justicia, “los derechos de los individuos contra la sociedad”
-          Regla de la verdad común: Poner en evidencia que el castigado es culpable.
-          Regla de la especificación óptima: todos los ilegalismos deben ser especificados y clasificados (crimen pasional, crimen involuntario, crimen por defensa propia, etc). ‘Se debe apuntar a la vez que a la necesidad de una clasificación paralela de los crímenes y de los castigos, la necesidad de una individualización de las penas, conforme a los caracteres singulares de cada delincuente’.


  
   Uno de los aspectos primordiales de la evolución de los castigos es la forma de actuación del poder, Foucault habla del poder pastoral y del poder disciplinario. El término pastoral deriva de la palabra pastor, palabra que directamente conduce a la acción de guiar o conducir hacia algún lugar, como lo haría un pastor con su rebaño de ovejas. De esta forma se pretende una salvación de los delincuentes, para conducirlos al bien y reformarlos interiormente.Pero no es esta la razón por la que lo llama así.  
  
Esta idea deriva del enunciado "el lenguaje es la morada del ser y el hombre es su pastor"5, así Foucault establece que el poder es el pastor del hombre. Y el poder pastoral recibe este nombre porque el poder de la Iglesia Católica, el poder eclesiástico pasa a formar parte de un Estado-Institución que requiere pecadores.
   Más tarde define el poder disciplinario, que describe el poder político de manera contraria a la teoría clásica del poder. 

 En la teoría clásica del poder el análisis está construido a partir de la soberanía. Es así como Aristóteles construye su tipología en función de cuántos individuos representan el poder siendo una figura monárquica, aristocrática... y qué tipo de fines constata, pudiendo ser formas puros o impuras. Por lo tanto el poder es una propiedad transferible y revocable, pero en la balanza del lado autoritario se encuentra el todo y del lado popular está el nada, lo que convierte al pueblo en una figura pasiva frente a los poderosos.
  Es decir, el poder no guarda semejanza con una propiedad, ni como una potencia sino como una relación que se debe estudiar a través de las intenciones entre las que opera. La disciplina no gira en torno a una regla jurídica sino a la regla natural, a la norma y su código es el de la normalización no el de la ley. Su horizonte se establece por las ciencias humanas. El poder disciplinario calcula la aplicación y el uso de todo lo relacionado con la disposición arquitectónica de los centros penitenciarios para establecer el mínimo coste económico con el máximo nivel de eficacia y resultados. 

Un ejemplo es la la forma arquitectónica del Panóptico4, que dispone las cárceles de manera que una torre central, llamada de vigilancia, está situada en el centro de un edificio anular y posee la suficiente amplitud de campo  visual para controlar todo lo que sucede a su alrededor. Con este modelo los presos se encuentran en sus celdas aislados unos de otros por paredes y siendo objetivo de un vigilante que puede observarlos y vigilarlos de manera que permanece oculto a los ojos de los vigilados. Así se establece una relación entre el observador y los observados: El observador observa, controla y vigila sin poder ser visto y el observado es observado, controlado y vigilado sin poder visualizar a quién lo observa.

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